La discriminación afecta negativamente a toda la sociedad, por ello, urge fomentar la igualdad y la inclusión para respetar y proteger los derechos humanos de cada individuo, indica Teresa González Luna Corvera, coordinadora de la Cátedra UNESCO “Igualdad y No Discriminación”.
El 1 de marzo que se conmemoró el Día para la Cero Discriminación, una ocasión destinada a sensibilizar y motivar a contribuir, desde nuestras capacidades y posiciones, hacia un mundo sin discriminaciones. Esta fecha subraya la importancia de celebrar el derecho a una vida digna y de apreciar las diversas habilidades y talentos individuales.
La discriminación, lejos de afectar únicamente a individuos o grupos específicos, perjudica a la sociedad en su conjunto. De acuerdo con el análisis de los Principales Resultados de la ENADIS 2022 que realizó el IIEG, en Jalisco aún existen prácticas inadmisibles, como la justificación del rechazo laboral hacia los adultos mayores (8.8%), el castigo físico hacia niños (7.5%) y mujeres (4.1%), según datos de nuestro Instituto.
En 2022, el 27.1% de los jaliscienses mayores de 18 años reportó haber sido víctima de discriminación, un porcentaje superior al promedio nacional del 23.7%. Esto sitúa a Jalisco en el quinto lugar entre las entidades con mayores niveles de discriminación en México, solo por debajo de Yucatán, Puebla, Querétaro y la Ciudad de México, de acuerdo con el análisis.
Teresa González Luna Corvera, investigadora de la Universidad de Guadalajara, explica que la discriminación se entiende por dos vertientes; por un lado, como un fenómeno histórico y social en donde las prácticas discriminatorias han estado presentes a lo largo del tiempo.
Por otro lado, se encuentra el derecho a la no discriminación, es decir, como una prohibición a discriminar a las personas o grupos sociales por motivos de su origen étnico, religioso, por género, por sus condiciones de salud, y por la diversidad sexual. “La no discriminación es un derecho humano fundamental que abraza a los demás derechos”, dice González Luna.
La también doctora en Estudios Científicos Sociales y especializada en Ciencia Política e Historia explica que la discriminación tiene sus raíces socioculturales, pues detrás de esta violencia están estereotipos, prejuicios y estigmas que marcan diferencias completamente injustificadas entre los individuos y que han llevado a actos de discriminación a lo largo de la historia. “De ahí el reto que representa eliminar este tipo de prácticas”.
También, la discriminación tiene su origen en las relaciones asimétricas de poder, en donde a las personas les colocan en distintas posiciones dentro del tablero social asociado a algún rasgo identitario, detalla González Luna.
La discriminación en el día a día se percibe en las interacciones personales donde se discrimina por el color de piel o la apariencia. Estas conductas reprobables se han tratado de evitar desde la parte educativa. Sin embargo, el gran problema, es la que se ejerce de manera institucional y estructural donde se discrimina a individuos o grupos de población.
Marginación y exclusión
La también coordinadora la Cátedra UNESCO “Igualdad y No Discriminación” dice que los efectos de estas prácticas son muy negativos, ya que se pasa por encima los derechos fundamentales. Las personas al ser marginadas o excluidas no tienen acceso a los derechos básicos como la educación, la salud, la vivienda o a una vida libre de violencia.
“El problema es muy complejo porque las prácticas discriminatorias que tiene orígenes socioculturales (prejuicios, estigmas estereotipos y representaciones sociales), se suman a la discriminación estructural y la desigualdad social que proviene diferencias en los ingresos de las personas”.
La doctora indica que para enfrentar y combatir la discriminación es importante denunciar para que se aplique la ley y se lleve hasta sus últimas consecuencias. “Urge aplicar la norma existente a nivel nacional e internacional que protegen y que garantizan el ejercicio de los derechos y que se vigile a los poderes fácticos. De nada sirve una normatividad robusta si no se aplica”.
La denuncia es fundamental para que las autoridades actúen respecto a la normatividad, ya que todos los poderes públicos están obligados a adoptar medidas para la igualdad y la inclusión, dice González Luna.
“Entre mayor conciencia de que somos sujetos a derechos y que los demás tienen los mismos derechos que nosotros, se podrá crear un entorno en donde serán inadmisibles las conductas que vulneran o discriminan a las personas o grupos sociales”.
Explica que podemos ser muy diferentes respecto a nuestras maneras de ser, de pensar y de vivir, pero “los que nos iguala como personas que es nuestra dignidad humana, nuestros derechos humanos, por eso, en la medida en que reconozcamos esto, tendremos mejores condiciones para evitar la exclusión y prácticas discriminatorias”.
De acuerdo con el análisis de Instituto, se percibe un respeto limitado hacia los derechos de diversos grupos en Jalisco, incluyendo personas mayores, mujeres, niños, adolescentes, personas con discapacidad, indígenas, personas de distintas religiones, afrodescendientes, miembros de la comunidad LGBTQ+, extranjeros, empleadas domésticas y personas trans.
Es importante, saber que todas las personas deben tener las mismas oportunidades y condiciones para acceder y disfrutar a plenitud sus derechos humanos, concluye González Luna.