El 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, a fin de fomentar compromisos y medidas prácticas para prevenir esta problemática social.
El confinamiento por el COVID-19, la difícil situación financiera y la falta de tiempo libre han tenido consecuencias en la salud mental de la población jalisciense, explica Francisco José Gutiérrez Rodríguez, jefe del departamento de Psicología Básica de Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS) de la Universidad de Guadalajara.
El experto detalla que esto se refleja en el aumento en las crisis de ansiedad, las depresiones, el recrudecimiento de las fobias ante bacterias, gérmenes y enfermedades; en tener ideas suicidas o padecer de agorafobia, que es el temor obsesivo ante los espacios abiertos, dice el experto.
“En estos meses de confinamiento se contabilizaron 15 por ciento más de llamadas a la línea de intervención en crisis con tentativa suicida o depresión mayor y, además, vemos que es más constante el consumo de sustancias y drogas para mitigar los estados de ansiedad”.
En México, hablar de suicido es difícil. “Cuando se trata de la muerte de otras personas y cuando lo hacemos a través de calaveras, altares, memes es más fácil hablar de ello”. Pero es más difícil para las personas que tienen familiares con crisis suicida debido a que experimentan vergüenza o sentimientos de culpa por creer que no hicieron nada o que no se atendió a tiempo. “Es un tema que se trata de ocultar”, dice Gutiérrez Rodríguez.
A pesar de esas complicaciones es muy importante reflexionar sobre esta problemática de salud pública, ya que va en aumento y afecta tanto a la persona que lo vive, como al grupo social que lo acompaña.
El investigador universitario indica que los perfiles de la persona suicida han ido cambiado. “Hace dos décadas ocurrían cuando la persona estaba entre la cuarta y quinta década de la vida o tenía más de 60 años, ahora tenemos que el 52 por ciento de los casos de suicido consumado se encuentra en jóvenes de entre 15 a 24 años de edad. Incluso, en 1998, apareció en Jalisco la figura del suicido infantil”.
Los factores de riesgo son mayores y acrecientan las probabilidades de ocurrencia de suicidio.
Por ejemplo, la posibilidad aumenta si la persona es parte de una familia disfuncional; si es mayor el consumo y más temprano de alcohol y drogas; por haber sufrido abuso sexual o físico; por las decepciones amorosas; por la violencia contra las mujeres o por el bullying.
También aumentan las posibilidades de tener ideas suicidas si se sufre violencia por parte de la pareja; si se vive en situaciones donde el amor tiene que ver con el sufrimiento y si una persona no está, el otro siente que la vida no tiene sentido. También por padecer enfermedades incapacitantes o dolorosas; cuando los hijos se van del hogar, o cuando muere el cónyuge.
La crisis económica es otro de los factores que dispara la idea del suicidio. “Antes en dos de cada 10 notas suicidas aparecía el problema financiero, en estos días, seis de cada 10 cartas suicidas se refiere a conflictos monetarios”.
Son varios los factores que se concatenan y aumentan las probabilidades de suicidios consumados. “Hace 10 años, Jalisco ocupaba el lugar número 7 a nivel nacional por el número de suicidios; en estos días ocupa el segundo lugar después de la Ciudad de México”, detalla Gutiérrez Rodríguez.
El 75% de los casos de suicido son planeados, por ello es posible identificar ciertas conductas.
“La persona se aísla, no quiere hablar con nadie; regala pertenencias; da frases veladas para despedirse; no sale a trabajar: no se asea; deja de frecuentar a los amigos y a la pareja; aumenta la hostilidad y no siente placer a nada. El problema es que a veces se hace caso omiso a estas conductas o se tratan a nivel elemental pues sólo recomiendan salir a pasear, leer un libro o no pensar en eso”.
Para Gutiérrez Rodríguez es necesario que la ciudadanía tenga capacitación en primeros auxilios psicológicos para dar contención emocional mientras la persona recibe ayuda especializada. Se recomienda –por ejemplo- mantener la calma, fomentar la verbalización, informar sobre lugares de atención, no discutir con la persona, utilizar un tono esperanzador, no prometer nada que no sea pueda cumplir y establecer un directorio de redes de apoyo.
Las instituciones –por su parte- deberían de contar con personal capacitado, realizar investigación del tema, saber cómo manejar la información en los medios comunicación y contar con un modelo único de prevención y con metodología participativa que involucre a la comunidad donde colegios de profesionistas, policía, comités vecinales, organismos religiosos, universidades, secretarías de gobierno se vinculen y den seguimiento de los casos.
Además se requiere mayor inversión en la salud mental y programas vinculados a la comunidad donde se mida su efectividad y los costos que implica, ya que actualmente falta articulación de las instituciones, dice el experto.
La salud mental no es responsabilidad de un sólo sector pues nos compete a todos y podría resolverse desde la educación, la seguridad, la protección civil, la cultura y la influencia en los medios de comunicación, así como con tratamientos médicos, psicológicos, farmacológicos, un buen manejo del entorno y educación de los familiares.
Conoce más estadísticas: https://iieg.gob.mx/ns/wp-content/uploads/2020/09/D%C3%ADaMundialPrevenci%C3%B3nSuicidios2020.pdf
Si requieres información, ayuda o conoces a alguien que la necesite, marca a la línea de Atención en Crisis del Instituto Jalisciense de Salud Mental (SALME): (33) 38 33 38 38 y del interior del estado 800 227 4747, está a tu disposición las 24 horas del día, los 365 días del año sin costo.