Zapotlán el Grande es una ciudad rica en historia y cultura. Destacan sus fiestas religiosas, como la celebración en honor a San José patrono contra los temblores, sus personajes ilustres, sus avasallantes paisajes y su arquitectura afrancesada.
El 15 de agosto de 1533 fue la fecha de la fundación de Zapotlán el Grande por parte de los españoles, quienes en ese momento le dieron el nombre de «Pueblo de Santa María de la Asunción de Zapotlán». En el sitio se construyó la primera capilla de la Tercera Orden, con paredes de adobe y techo de paja, dedicada a la Asunción de María a los Cielos, convirtiéndose en el centro de las misiones en toda la región.
De acuerdo con el Cuadernillo Municipal de Zapotlán el Grande, realizados por nuestro Instituto, el municipio se localiza en la región Sur de Jalisco y tiene una superficie de 315.51 kilómetros cuadrados. La agricultura es el uso de suelo dominante y su población es de 115 mil 141 personas hasta agosto de 2024.
José Fernando González Castolo, jefe del Archivo Municipal y cronista de la ciudad, explica que el nombre de Zapotlán tiene varios significados. El más común es «Lugar de zapotes blancos», diferenciándose de otros pueblos como Zapotiltic, que significa «Lugar de zapotes negros» en náhuatl. Otra interpretación sugiere que «Tlan» es un sufijo de lugar y «Tzapotl» un término genérico para frutas redondas y dulces, no necesariamente zapotes, sino también guayabas, chirimoyas, tunas, tejocotes, entre otras, que los tzapotecas, habitantes semisedentarios del valle, encontraron y consumieron.
Otros estudios indican que «Tzapotl», raíz de «Tzapotlán», se refiere a la diosa «Tzaputlatena», conocida por sus propiedades curativas con resina medicinal. “Nosotros nos hemos inclinado por esta última acepción», señala González Castolo y menciona que, al ingresar a la ciudad desde Guadalajara, se encuentra una glorieta con la representación de esta deidad.
El arquitecto González Castolo asegura que hay una hipótesis sobre que hubo asentamientos otomís, purépechas y la influencia de la tradición de Teuchitlán, aunque carecen de documentación definitiva. “No hay una certeza clara, ya que la región conocida hoy como Zapotlán el Grande estuvo ocupada por diversas tribus”.
Aclara que actualmente existe cierta confusión sobre el nombre del lugar. Algunos lo llaman Ciudad Guzmán y otros Zapotlán el Grande. “Esta confusión surge a finales del siglo XVIII cuando el territorio se incorporó a Jalisco. Ya existían otros dos pueblos llamados Zapotlán, uno que cambió a Zapotlanejo y otro a Zapotlán del Rey. Como el más grande de los tres era el recién incorporado, la gente comenzó a referirse a él como Zapotlán el Grande”.
El nombre de Zapotlán el Grande se mantuvo hasta el 19 de abril de 1856, cuando el gobernador Santos Degollado lo renombró como Ciudad Guzmán en honor al insurgente Gordiano Guzmán, oriundo de Tamazula. Esta designación perduró hasta el 20 de diciembre de 1996, cuando el Congreso de Jalisco decretó que la cabecera municipal se llamaría Ciudad Guzmán y el territorio municipal Zapotlán el Grande.
Carisma de la ciudad
La ciudad comenzó a desarrollar un carácter distintivo a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, impulsado por el crecimiento comercial. La mayoría de los tesoros arquitectónicos que aún se conservan datan de esta época, con edificios imponentes de una arquitectura afrancesada. Sin embargo, la zona es altamente sísmica y los constantes temblores han provocado el colapso de muchos edificios importantes.
En el centro histórico de la ciudad, destacan varios edificios emblemáticos como el Palacio Municipal, construido en 1912; la Catedral de estilo neoclásico, erigida en 1900; el Hotel Zapotlán, el más antiguo, data de 1884; el Palacio de los Olotes, construido en 1915 y cuya leyenda dice que se financió con la venta de olotes de una cosecha anual.
El Templo del Sagrario es el edificio religioso más antiguo, con cimientos que datan de 1535, aunque su estructura actual es de 1983 por las múltiples reconstrucciones hechas a consecuencia de sismos e incendios. Otros templos notables incluyen el de la Tercera Orden, de 1611; el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, un edificio ecléctico de 1911; y el Templo de San Antonio de Padua, de estilo neogótico, construido en 1886, cuyo piso de una sola pieza es una rareza en América.
En cuanto a la gastronomía, González Castolo destaca las tostadas de chile de uña, famosas por su origen campesino. Los trabajadores del campo llevaban carne seca y tortillas duras y cortaban las verduras con las uñas porque les estaba prohibido llevar cuchillos. La salsa para estas tostadas, hecha con jitomate, cebolla y chile, es la base de una tradición culinaria.
«Hacer las 11» es una costumbre local que consiste en tomar un tentempié a media mañana, con ponche de granada y tostadas de uña o de vísceras de puerco. Estas tostadas, conocidas como «calmantes» por apaciguar el hambre, fueron rebautizadas como «tostadas de moco» debido a la intensidad del picante que hace llorar a quienes las prueban. «Ciudad Guzmán no se concibe sin las tostadas, es justamente lo que nuestros visitantes vienen a buscar», señala el cronista.
La pastelería de las hermanas del escritor Juan José Arreola también goza de gran fama, al igual que las chocolaterías locales, que se distinguen por ofrecer productos amargos de alta calidad.
Espacios culturales y naturales
González Castolo maestro en conservación del patrimonio edificado dijo que entre los espacios culturales destacan la Casa de la Cultura, que alberga representaciones teatrales y funciona como escuela de artes y oficios; la Casa del Arte de la Universidad de Guadalajara, que también ofrece actividades artísticas, así como la Escuela de la Música Rubén Fuentes y la Casa Taller Museo Juan José Arreola. El Centro para la Cultura y las Artes José Rolón, un edificio de diseño vanguardista, es un nuevo referente cultural, además del Archivo Histórico Municipal, también conocido como Centro Cultural José Clemente Orozco.
El cronista comenta que entre los personajes más célebres nacidos ahí, se encuentran el muralista José Clemente Orozco, el escritor Juan José Arreola, la compositora Consuelo Velázquez, el compositor y productor de mariachi Rubén Fuentes, el diplomático Guillermo Jiménez; la modelo y novelista Guadalupe Marín; el compositor y pianista José Rolón, el actor Pedro Weber conocido como Chatanuga; además, la capital del estado de Sonora lleva el nombre de Hermosillo, debido al mariscal de campo José María González Hermosillo nacido en Zapotlán el Grande.
“Hay un listado tremendo y esa capacidad de que nazcan hombres y mujeres tan notables en este lugar se debe posiblemente a los paisajes arrogantes que tenemos donde se aprecia el volcán o la laguna donde por las tardes se presta para soñar despierto, y en ese acto de soñar se generan las actividades creativas”.
Respecto a los paisajes, González Castolo menciona que el municipio cuenta con el Parque Ecológico Las Peñas, un área arbolada que funciona como pulmón de la ciudad, con cabañas disponibles para que las familias disfruten de asados. El Parque Nacional Nevado de Colima es otro atractivo del municipio, ofreciendo cabañas y espacios para atletas de alto rendimiento. La Laguna de Zapotlán, que equilibra el clima de la ciudad, cuenta con un malecón ideal para paseos familiares.
Patrono contra los temblores
Recientemente se llevó a cabo el Festival Cultural de la ciudad que conmemora el aniversario de la fundación hispánica de este pueblo, que data del 15 de agosto de 1533. En el marco de esta fecha, el festival se realiza con una amplia oferta de actividades culturales, presentando artistas de primer nivel en diversos espacios de la ciudad, como plazas públicas, calles y templos, indica el cronista.
En el ámbito religioso, destaca la tradicional fiesta en honor a San José, el patrono juramentado contra los temblores desde 1749. Esta celebración se realiza cada año en octubre, en conmemoración del terremoto ocurrido el 22 de octubre de 1749, cuando la tierra tembló y la población, asustada, decidió nombrar a San José como su protector. Por esta razón, la festividad en honor a San José se celebra en octubre y no en marzo, como lo establece la iglesia universal.
Uno de los momentos más emblemáticos de la festividad es la procesión de carros alegóricos, que se lleva a cabo el 23 de octubre. Al final de la procesión, una plataforma adornada como trono con flores lleva las imágenes protectoras de la ciudad, cargada por un grupo de hombres conocidos como estibadores. Esta plataforma recorre las principales calles de la ciudad, donde las imágenes bendicen a las personas que se congregan para admirarlas.
Lo más atractivo de esta celebración son los «sonajeros», quienes desfilaron con vistosos trajes y sombreros decorados con espejitos, cuentas y chaquiras, que recuerdan a pequeños arbolitos navideños bailando por las calles. Al ritmo de la chirimía, los sonajeros realizan sus pasos al unísono, acompañando el trono de San José, y capturando la atención de todos los presentes con su colorido y energía.