Desde el 6 de octubre de 1837 se considera a la población de Teuchitlán como cabecera del municipio en la Región Valles de Jalisco, un lugar que es único y privilegiado por tener el centro prehispánico más importante del Occidente de México: “Los Guachimontones”, símbolo de nuestra cultura ancestral y primigenia.
El nombre de Teuchitlán tiene muchas interpretaciones, hay quienes dicen que está constituida por tres vocablos de origen náhuatl Teo tzi tlán que se interpreta como “Dios”, “Reverencia” y “Lugar”, es decir “Lugar donde se hace reverencia a Dios”. También se ha dicho que podría significar “El lugar del Dios del Inframundo”, pero al analizar la iconografía de los espacios, la más aceptada es “Lugar donde se venera a Dios”, detalla Oswaldo Hernández Gallegos, guía y experto de la historia del lugar.
Su nombre se lo otorgaron los indígenas de origen náhuatl que llegaron a la Región Valles acompañados por un grupo de españoles liderados por Hernán Flores, en el tiempo de la Conquista. Ellos, al ver el lugar decidieron llamarlo así: Teotzitlán. También –por esas fechas- desapareció el pueblo y se estableció una re-población y re-fundación el 15 de abril 1542 con indígenas de Zacatecas. Después el nombre fue cambiando en varias ocasiones hasta llegar en la época del presidente Lázaro Cárdenas a escribirse y pronunciarse como Teuchitlán.
La tradición de Teuchitlán es milenaria. Floreció hacia el año 1000 A.C. y alcanzó su apogeo cultural, político, económico y social hacia el año 200 D.C. La cultura se extendió desde las faldas del volcán de Tequila hasta Jalisco, Colima, Nayarit, Guanajuato, Querétaro, Sinaloa y Zacatecas y se estima que esa cultura desapareció hacia el 500 D.C.
“Si hacemos un orden cronológico de los asentamientos o pueblos sedentarios de México veríamos primero que están los olmecas en el Golfo de México; luego se asienta la tradición de Teuchitlán en el Occidente; luego, Teotihuacán en el Altiplano y Montalbán en Oaxaca”, describe Oswaldo Hernández.
Los habitantes de la Tradición de Teuchitlán (que se estima eran 25 mil personas), construyeron también el centro prehispánico más grande y más importante de Occidente: los Guachimontones, que abarca una superficie de 19 hectáreas y lo conforman 10 edificios circulares únicos en el mundo, 2 juegos de pelota, plazas rectangulares, unidades habitacionales y terrazas de cultivo que fueron construidos hace más de 2000 años.
Antes de que se descubrieran los Guachimontones, a la civilización de Occidente se le trataba despectivamente. “Se decía que éramos salvajes y nómadas por no contar con arquitectura monumental como la del Altiplano mexicano. Nos relegaban a grupos de bárbaros. Con los resultados de la investigación de Phil Weigand y Rodrigo Esparza se descubrió que somos descendientes de la cultura madre del Occidente de México.
“Teuchitlán no sólo tiene la distinción de tener una arquitectura circular única en el mundo, si no que da a conocer el origen de nuestra cultura y nuestra civilización donde las matemáticas y la astronomía que se practicaron son equiparables a la ciencia que usaron los mayas, egipcios y los hopis”, indica Hernández.
Las posiciones de las pirámides son una réplica de la constelación de Orión y al ser circulares representan al Cosmos, el poder, lo infinito, la perfección y a Dios mismo.
“Hay tres figuras geométricas indispensables para entender las religiones y su visión del universo. El triángulo equilátero representa energía y sabiduría. El cuadrado, el rectángulo o la cruz representan el universo material y perecedero; mientras que el círculo es el Cosmos y el infinito”, explica.
También se sabe que el círculo representaba una manera de venerar a los espíritus, principalmente al Viento Ehécatl o Dios del Viento. La ceremonia de los voladores se llevaba a cabo en los Guachimontones, aunque no de la misma manera que en Papantla. Según las imágenes impresas en la cerámica encontrada se ve que, en medio de la pirámide, se colocaba un poste de madera donde un personaje ataviado con plumas, tocaba y bailaba para hacer oración, en otras ocasiones el personaje también se ve amarrado de la cintura y formando una T.
“Es importante destacar que el concepto de Dios se establece después de la llegada de los españoles y en ese tiempo se creía en espíritus y que había tres mundos: el material y dos espirituales. En los espirituales, uno tenía 13 niveles hacia arriba y otros 9 niveles hacia abajo donde se habitaba dependiendo la causa de muerte.
“Hacia abajo o hacia el inframundo había paraísos alternos donde la persona que moría permanecía cuatro ciclos solares para volver a nacer en la tierra, no como un ser humano, sino como otro ser vivo: planta, pájaro o insectos. Por eso, antes llamaban hermanos a todos los seres, pues creían que el espíritu de nuestros antepasados vivía en cada ser vivo. De esta manera buscaban vivir en armonía y en equilibrio con la naturaleza, siendo responsables de cuidar y mantener el resto de la creación”, afirma Hernández.
“Hacia arriba, al cielo iban las personas que mostraban amor por su pueblo. Ellos no volvían a la tierra. Vivían junto a Ometeotl (el creador de todas las cosas) y desde ahí cuidaban y vigilaban a la gente”.
Los Guachimontones fue el centro rector que tuvo un desarrollo de más de 800 años de existencia. Su nombre significa lugar donde abundan los guajes. Su lengua era el totorame. La agricultura se manejaba por medio de un sistema de chinampas que permitía una media de tres cosechas al año. Tenía el tercer yacimiento más
grande del mundo de obsidiana que llegó hasta Guatemala y hasta Arizona por la parte del Pacífico. Se caracteriza además porque desde hace 2500 años y hasta la actualidad preparan platillos con rana, principalmente en caldo y zarandeado.
La riqueza histórica y cultural de esta zona es reconocida como Patrimonio Mundial de la Humanidad.
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