En Etzatlán se encuentra el cielo tejido más grande del mundo. El techo fue elaborado en hexágonos de ocho colores y diseñado con motivos florales y figuras que aluden a la cultura wixárica. El tejido, además de destacar por su particular belleza, protege del sol a esta comunidad que vive entre montañas y bosques.
Etzatlán está localizado en Jalisco, entre montañas y bosques de la región Valles. Son varias acepciones que indican el origen etimológico de su nombre, entre ellas, la del náhuatl Etzalli, que significa “cocimiento hecho de granos de maíz o granos de frijol” y Tlan «lugar de»; otro sostiene que proviene del azteca, término que no designa una lengua sino un pueblo o pueblos precedentes de las tribus de Aztlán, Ez-eztli “sangre” y Tlan “lugar de”. Otra versión indica que también proviene del náhuatl, y quiere decir “lugar de los Ytzas”. Los Ytzas eran familias toltecas de comerciantes y guerreros.
Hace dos años, Etzatlán tenía 20 mil 011 habitantes, 48.9 por ciento hombres y 51.1 por ciento mujeres, según el Censo de Población y Vivienda 2020; y comparando este monto poblacional con el del año 2015, se obtuvo que aumentó un 0.83 por ciento en cinco años.
Actualmente, Etzatlán es internacionalmente reconocido por la artesanía que elaboran sus pobladores, quienes han tejido y embellecido el cielo de sus calles con rafia colorida y esbozada como si fueran flores, y con los diseños que utiliza la cultura milenaria wixárika.
También han tejido los troncos de los árboles, las paredes con murales; han bordado para adornar hogares y personas. Ha sido tal la grandeza de sus creaciones, que trascendieron fronteras. Rompieron el récord mundial Guinness en 2019 al tejer el cielo con rafia más extenso, y en 2020 sus tejidos llevaron a México a ganar el Oro en la Categoría de Diseño en el Pabellón de Arte en Dubai.
Además, literal y metafóricamente la comunidad se mantiene enlazada a través del tejido, pues se conocieron y se unieron sin importar su condición social, ni económica.
Fueron dos mujeres las que comenzaron la historia de tejer el cielo: Concepción Siordia, conocida como Paloma Ron, y su hija Damiana Lorena Ron Siordia. Ellas estaban en duelo, pues sus esposos habían fallecido, y para combatir la tristeza comenzaron a tejer.
“Nos entreteníamos tejiendo”, cuenta Lorena Damiana, quien en un mismo año perdió a su padre y a su esposo. “Yo empecé a tomar clases de telar para convertir esos sentimientos tristes en algo bello. Poco a poco, el duelo fue pasando hasta que un día le dije a mi mamá que hiciéramos algo diferente para la fiesta del pueblo. Entonces, con bufandas rojas y amarillas forramos un naranjo que estaba afuera de la casa de mi mamá”.
La idea de adornar el tronco del naranjo surgió a finales de octubre de 2013 cuando comenzaron las fiestas patronales, es decir, las Fiestas del Señor de la Misericordia, un mes que la gente acostumbra adornar sus calles con lazos de papel picado. “Nosotras forramos el tronco de árbol, y llamó mucho la atención. Al siguiente año, adornamos 6 naranjitos, así como postes de luz, de teléfono y de alumbrado público con estambre. Se vio muy linda la calle”, cuenta Damiana.
En 2015, se propusieron hacer el techo de la calle a fin de tapar el sol cuando pasara el Señor de la Misericordia. “Mi madre pidió apoyo al Ayuntamiento y al DIF para que invitaran a las señoras de la tercera edad a tejer”.
Concepción y Damiana, se sentaron en la plaza principal, instalaron mesas, llevaron rafia, así como sus tejidos hexagonales para mostrar los diseños e invitar a las personas a participar en el tejido del cielo. En ese tiempo, 60 mujeres se unieron al proyecto, y en menos de mes y medio, adornaron una calle. Utilizaron rafia sintética, para que perdurará más al paso del tiempo y al clima. Tanto la rafia como otras herramientas de trabajo fueron donadas por el Ayuntamiento.
Cada año, el interés en el tejido fue creciendo. La gente se fue sumando hasta llegar a 200 tejedoras y tejedores de todas las edades, quienes son principalmente mujeres, estudiantes, maestras y amas de casa. En 2019, ganaron el Récord Guinness por presentar un proyecto de un cielo tejido a mano, elevado a tres metros de altura y con 2 mil 800 metros cuadrados.
En 2020, las invitaron a colaborar y representar a México en la Exposición Universal de Dubái, evento que se realiza cada cinco años para formar lazos comerciales. La artista visual Betsabeé Romero, nacida en la Ciudad de México, adaptó su diseño a los hexágonos realizados por las tejedoras de Etzatlán, quienes con sus tejidos forraron toda la fachada del pabellón mexicano instalado en Dubai, el cual tuvo una extensión de mil 300 metros cuadrados.
“No pensábamos que lo que empezó como una ofrenda para el Señor de la Misericordia, llegara a tener un Récord Guinness y estar en Dubái representando a México”, cuenta la hija de Paloma.
Actualmente, en Etzatlán luce el cielo tejido de ocho colores y cubre 11 de sus calles. Para completar esta obra se necesitaron 10 meses de trabajo y cuatro de amarre. El techo permanecerá hasta el 20 de mayo de 2022, y será bajado para su rehabilitación y vuelto a colocar en octubre cuando se realizan las fiestas patronales.
Además, también para octubre, tejedoras y tejedores empezarán a hacer más cielo, pues su idea es abarcar seis calles más, y llegar hasta la entrada del pueblo con un total de 13 mil metros cuadrados.
Además, quienes visiten Etzatlán en cualquier época del año podrán encontrar todos los viernes y sábados un bazar de artesanías donde tejedoras y tejedores exponen productos elaborados con rafia y estambre.
Damiana cuenta que varias tejedoras se han organizado para dar clases en las escuelas a fin de que esta tradición del tejido con rafia no se pierda, y para que el cielo colorido de Etzatlán siga uniendo a cada generación.
Bajo el cielo de Etzatlán
Samuel Díaz Pérez, director de Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Etzatlán, explica que la artesanía del Cielo Tejido del municipio se ha convertido en uno de los principales atractivos y ha generado una importante derrama económica.
“Por ejemplo, del 10 de febrero que fue instalado, hasta el 28 de abril, hemos visto en la zona hotelera incrementos de hasta un 110 por ciento, y se espera más inversiones en este rubro. En restaurantes, tenemos un incremento del 90 por ciento, incluso hubo incremento de número de mesas y ampliación de horarios”.
En general, el cielo tejido ha llevado a Etzatlán tener incrementos financieros de hasta un 160 por ciento más que en otros años que no contaban con el techo catalogado como el más grande, y de mayor belleza artística en el mundo.
Los visitantes, que asisten frecuentemente los fines de semana, no sólo son mexicanos sino también llegan personas de Canadá, Alemania, Italia, Estados Unidos, Perú.
Díaz Pérez explica que además del cielo tejido hay más atracciones en el municipio: Cabañas en parques acuáticos; balnearios, se organizan encuentros de poesía; hay recorridos a la zona arqueológica del Palacio de Ocomo y al pueblo fantasma de la Sierra del Águila.
Hay paseos en la zona centro donde se puede ver la Parroquia de la Purísima Concepción; el Santuario de la Virgen de Guadalupe; El Hotel del Centenario; Museo Oaxicar, la Casa de Cultura; el Museo Prehispánico; el Centro Cultural, la antigua Estación de ferrocarril; el Museo de la Minería; Museo del Maíz; y el Museo Colonial.
“La comida es exquisita. Los precios son muy económicos. Es un municipio muy seguro, lleno de magia”, cuenta Samuel Díaz.
Para conocer más de Etzatlán visita http://visitetzatlan.com/.