Para este Día del Niño, las especialistas Norma Rubalcaba y Diana Chamorro hablan de la importancia de atender la salud mental de los niños para evitar, en el futuro, una sociedad intolerante, poco empática y muy explosiva.
A mediados del 2022, Jalisco contará con 2 millones 623 mil 453 niñas, niños y adolescentes de entre 0 y 17 años, los cuales representarán el 30.6% de la población total del estado, de acuerdo con las proyecciones de nuestro análisis La población infantil en Jalisco 2022-2025 elaboradas con base en el Consejo Nacional de Población.
De ese total, un millón 289 mil 375 (49.1%) serán mujeres y un millón 334 mil 078 (50.9%) hombres. El sector más numeroso estará en los pequeños de 10 a 14 años, con 740 mil 255 niñas y niños, pues representará el 28.2% del total; le seguirá el grupo de 5 a 9 años con 733 mil 661 (28.0%); luego el de 0 a 4 años con 703 mil 921 (26.8%); mientras que el de adolescentes de 15 a 17 años representará el 17.0%, con 445 mil 616 personas.
Los municipios con más niños de 0 a 14 años serán: Zapopan (341,008), Guadalajara (303,566), Tlajomulco de Zúñiga (214,238), San Pedro Tlaquepaque (193,314) y Tonalá (166,349). Mientras los municipios con menor cantidad de población infantil serán Ejutla (403), Cuautla (508), Santa María del Oro (533), San Cristóbal de la Barranca (766) y Santa María de los Ángeles (779). Un total de 11 municipios tendrán una población de 0 a 14 años menor a los mil habitantes.
Norma Rubalcaba y Diana Chamorro, ambas especialistas en salud mental y niñez, explican que por las situaciones tanto económicas como de salud que dejó la pandemia del COVID-19 se registró un incremento en la sintomatología de ansiedad y depresión en la población, que afectó no sólo a los padres de familia sino también a los hijos.
Rubalcaba, quien es jefa del Departamento de Psicología Aplicada de la Universidad de Guadalajara y doctora en Psicología, indica que son varios factores que intervienen en la salud mental de los pequeños y tienen que ver con situaciones familiares, como pérdida de empleo, precariedad económica y muertes de seres queridos que generan depresión, ansiedad y estrés.
Por ello, recomendó a los adultos regular sus emociones, tomar conciencia de lo que les afecta y tener la capacidad de pedir ayuda profesional para hacerse de mayores herramientas emocionales y ayudar así a los niños. Además, los padres deben estar atentos a los comportamientos de sus hijos: observar qué cambios radicales han tenido en hábitos de descanso; alimentación y humor, para evaluar cuándo es necesario solicitar ayuda profesional para los pequeños.
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Por su parte, Diana Chamorro García, maestra en Evaluación e Intervención Logopédica, Terapeuta de Lenguaje y quien labora en el ámbito privado y público, explica que luego de estos años de pandemia, los niños están más ansiosos, inseguros y aislados.
“Vemos niños con disfemia o tartamudez por el proceso de convivir con padres angustiados y preocupados. También pequeños que se concentran menos, no hablan con sus padres, se aíslan, otros tienden más a la hiperactividad y ansiedad. Les cuesta mucho asimilar lo que sienten y cómo dirigir esos sentimientos. No pueden expresar en palabras qué les sucede, sólo se perciben raros, que desobedecen y que los regañan por todo”, indica Chamorro García, quien trabaja en una Clínica de Rehabilitación del Sistema DIF Jalisco.
Detalla que físicamente también se perciben cambios en los pequeños, por ejemplo, se comen las uñas y se desprenden la piel de sus dedos, hacen rabietas muy explosivas, se tiran al piso, se golpean la cabeza, incluso, por situaciones muy simples como al caerse un lápiz de la mesa, es decir, tienen baja tolerancia a la frustración.
Para la especialista en Educación Especial, es un gran desafío para todos, en especial para los padres quienes deben sanar y conectar primero con ellos mismos, para luego convivir adecuadamente con sus hijos. Deben escuchar a sus pequeños, hablar, poner límites sanos y fomentar la convivencia en casa con juegos de mesa.
Chamorro García explica que el regreso a clases ha sido difícil de asimilar para los menores porque el estar un año en línea les implicó absorber demasiada información, y ahora los niños desconocen cómo comportarse en las aulas físicas. Lo positivo es que han regresado a convivir con sus iguales, con maestros y ver que hay otro círculo social fuera de casa.
Norma Rubalcaba dice que, aunque unos se sienten ansiosos por el regreso a clases, a la mayoría les hace feliz estar en un entorno en donde pueden jugar y estar en contacto con sus pares. “Genera emociones positivas, es decir, es un factor protector ante aspectos negativos relacionados con la pandemia como la incertidumbre y el duelo”.
Mejorar la vida de niñas y niños
La salud mental debe considerarse un problema de salud pública, pues los padecimientos se comparten, por ello, es primordial invertir en infraestructura y recursos humanos para garantizar la atención mental de toda la población, explica Norma Rubalcaba, integrante del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).
La Organización Mundial de la Salud advirtió que la depresión sería la segunda causa de discapacidad en el mundo en 2020. Se estimaba que una de cada cuatro personas necesitará ayuda profesional en algún momento de su vida.
Por la pandemia, las estimaciones cambiaron y hoy se considera que entre el 40 y 50 por ciento de las personas adultas desarrollaron sintomatología depresiva. Aunque no hay cifras específicas para los niños, los datos pueden ser similares. Lo interesante, explica Rubalcaba, es que la pandemia vino a ser una oportunidad para resignificar el cuidado colectivo, esto quiere decir que se debe extender la atención de la salud mental a todos los grupos poblacionales.
Para Chamorro García, atender a los niños es sumamente importante porque podríamos evitar, en el futuro, una sociedad intolerante, poco empática y muy explosiva.
“Si no atendemos a los niños seguiremos viendo personas adultas que se bajan del automóvil y generan riñas; o personas que explotan al formarse en el supermercado, o personas muy desesperadas que tocan el claxon cuando les das el paso al peatón”.
¿Cómo surge el Día del Niño?
El origen de la celebración inició luego de la Primera Guerra Mundial, al año 1919, cuando la activista británica Eglantyne Jebb protestó por la desprotección y abandono de todos los niños.
En 1923, fundó la organización Save the Children y publicó la Declaración de los Derechos del Niño, que recibió una significativa atención en los medios de comunicación y esto llevó a que la Liga de Naciones la adoptara como la “Declaración de Ginebra”.
En México, el Día del Niño se instauró el 30 de abril de 1924, en el Gobierno de Álvaro Obregón al poco tiempo que se firmara la «Declaración de Ginebra» en donde se incluyen las garantías de los niños.