En el marco del Día Mundial del Urbanismo, que se celebra el 8 de noviembre, especialistas reflexionan sobre la necesidad de planear y edificar ciudades sostenibles con una base ética que dignifique y humanice los espacios, a fin de mejorar la calidad de vida de la población.
Este 8 de noviembre es el Día Mundial del Urbanismo, fecha en la que se reconoce y promueve el papel de la planificación en la creación y manejo de comunidades urbanas sostenibles en el marco del ordenamiento regional al que pertenecen.
Los expertos Adriana Inés Olivares y Daniel González Romero reflexionan sobre la necesidad de planear y edificar ciudades sostenibles con una base ética que dignifique y humanice los espacios, a fin de mejorar la calidad de vida de la población.
Desde 2007 más de la mitad de la población mundial vive en ciudades, y se prevé que para el 2030 el 70% de la población habite ahí, indica Adriana Inés Olivares, coordinadora del Proyecto de Movilidad y Espacio Público del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD) de la Universidad de Guadalajara.
Las ciudades son esenciales para el desarrollo de la vida, pues es ahí donde se construye la cultura. Representan espacios para crecer, desenvolvernos positivamente y para conservar nuestra especie, expone la doctora, quien tiene especialidad en ciudad, territorio y sustentabilidad.
Sin embargo, en estos tiempos urge hacer contribuciones positivas para mejorar las condiciones de vida de la población, donde las políticas urbanísticas se encaminen a la conservación del medio ambiente por ser el recurso esencial que nos permite vivir en este planeta.
“En los últimos 50 años hemos manejado erróneamente el territorio”, dice Olivares, y esto ha provocado que vivamos inmersos en crisis que han mermado nuestra salud. Vemos que las ciudades se han convertido en espacios que generan estrés y enfermedades; y cada día se invierte más tiempo y dinero para desplazarnos.
“Es momento de pensar, ¿cómo vamos a ver el futuro desarrollo de las ciudades? Y es precisamente el Urbanismo, el medio para planificar y lograr condiciones positivas para los seres humanos”, dice Olivares, quien es Secretaria del Instituto de Investigación y Estudios de las Ciudades.
Los problemas tienen su raíz cuando las ciudades se ven como espacios de reproducción económica diseñadas por promotores inmobiliarios, cuando se planifica sin conocimiento o apoyando solamente a ciertos sectores económicos y cuando se olvidan de garantizar los derechos de los habitantes.
Cuando las ciudades responden solamente a la cuestión financiera, “se construyen fraccionamientos en las orillas, con materiales de dudosa calidad; sin servicios, ni comercios de proximidad; sin equipamientos, incluso, asentados en zona de riesgo, pues la ciudad se convierte en un espacio donde se lucra con el suelo urbano”.
Daniel González, Director del Instituto de Investigación y Estudio de las Ciudades de la Universidad de Guadalajara, también ahonda en esta problemática, y a su decir, “las ciudades se han convertido en la representación de diferentes formas de poder sobre el territorio.
El actual modelo del urbanismo es el modelo del poder económico y especulativo. Hemos convertido a las ciudades en proyectos inmobiliarios, no de ciudades”.
Hemos llegado a un tope de expropiación de la naturaleza para convertirla en un producto comercial, debemos cambiar para entendernos como parte de la naturaleza; entender que el cambio climático no es una óptica, es una realidad que debe ser considerada para la planeación del futuro de las ciudades, indica González, miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.
Humanizar y ser solidarios en el espacio urbano
La pandemia causada por el covid-19 nos ha mostrado que las ciudades y las viviendas no están preparadas para estas contingencias. Ni lo estarán, si no hay una planificación a largo plazo. Es urgente planear las ciudades ante los problemas globales próximos como sismos, lluvias torrenciales, sequías y falta de acceso a alimentos, dice la doctora Adriana Olivares.
“No se debe reinventar las ciudades o territorios cada trienio, es necesario estrategias de largo plazo, construir una cultura de la participación donde la población conozca cómo le afectan los planes de desarrollo y sepa cómo involucrarse para contribuir y mejorar la gestión urbana. Es urgente formar una sociedad crítica y consciente desde niveles básicos”, dice la arquitecta Olivares.
“Tenemos que caminar hacia la inclusión, la seguridad, la resiliencia y la sustentabilidad”.
Como ciudadanos podríamos ser más solidarios, manejar adecuadamente los residuos, usar lo menos posible el automóvil y respetar las normas sanitarias. Las universidades capacitando a la sociedad civil en la interpretación de planos urbanos y mostrándoles el camino para participar en consultas públicas.
Por su parte, el investigador Daniel González dice que necesitamos analizar los conceptos del urbanismo, que se plantearon hace ya un siglo y partir desde otros esquemas para no repetir los errores.
“Necesitamos analizar lo que entendemos cómo las estructuras simbólicas y emblemáticas del capital que imponen esta forma de entender la ciudad. El plano urbano, el plan parcial o distrital es una forma de entender sobre un papel, los intereses del capital, no los culturales de la ciudad”. La violencia del sistema económico se representa crudamente en las ciudades con la desigualdad. Debemos acudir a la ética para reformular las ciudades donde se involucren a todos los sectores sociales.