El Día Internacional de la Democracia, que se celebra el 15 de septiembre, representa una oportunidad para recordar lo que la participación de la comunidad internacional, gobiernos, sociedad civil e individuos pueden lograr.
“La Democracia es un tema amplio, en la perspectiva histórica que trata de encontrar la mejor forma de organizar a grupos humanos y sociedades para establecer un equilibrio entre las diferentes personalidades que intervienen en la organización social”, explica Armando Zacarías Castillo, jefe del Departamento de Estudios Políticos y Gobierno de la Universidad de Guadalajara.
Las primeras concepciones se encuentran en las teorías de los filósofos Platón y Aristóteles, quienes reflexionaron sobre la manera de organizar a las sociedades cercanas a Atenas teniendo en cuenta la representación de las personas.
Con el paso del tiempo, la democracia fue modificándose pasando por diferentes conceptos desde la Antigua Grecia, hasta llegar a la ilustración donde nuevamente se piensa en establecer una adecuada representación de la sociedad y se cristaliza en la Revolución Francesa, que es cuando se redacta la Carta de Derechos y Obligaciones de los Ciudadanos, documento que representó un avance en la participación directa y representativa de las personas en los modelos gubernamentales.
De esta manera, la democracia a finales del siglo XIX y a lo largo del siglo XX tiene su asentamiento en dos vertientes: la representación y la participación de los ciudadanos dentro de un régimen representativo que se expresa fundamentalmente en el proceso electoral. La elección es el momento de empoderamiento de los ciudadanos al tomar decisiones sobre el ejercicio de gobierno y la administración pública.
En nuestro país, después de la Revolución Mexicana se estableció un mecanismo que pretendió la representación ciudadana, sin embargo, un sólo partido político gobernó por 70 años.
Zacarías Castillo explica que en los años noventa, se consolidaron dos mecanismos que han tenido un efecto fundamental en el proyecto de democratización: la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y el Instituto Nacional Electoral (INE).
La CNDH establece que el Estado debe respetar los derechos de los ciudadanos y el INE estructura el proceso electoral de manera constitucional, determina condiciones para una ciudanización de los procesos electorales, ofrece mayor contenido democrático y una distribución distinta de los actores políticos en su función y promoción.
“Esos mecanismos permiten un acceso diferente a los procesos electorales y a la participación política que ayudan a establecer una tendencia de mayor de democracia”, explica el experto del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades.
En la actualidad, “la violencia y la salud son dos factores que pueden limitar las posibilidades de que un ciudadano emita su voto, pero no conforman todo el espectro de nuestro país”.
El incremento de violencia en los últimos 15 años, que ha afectado a diferentes regiones, puede ser un factor atenuante para que los ciudadanos ejerzan libremente su derecho de votación y elección. En términos de seguridad corresponde al Estado brindar condiciones de desarrollo para las personas.
Señala que, además, el año próximo se vivirá un proceso electoral en medio de una contingencia sanitaria. “Sin embargo, el ciudadano, dependiendo de la región, puede ver reducida sus posibilidades de emitir su voto, pero no será una situación generalizada”, dice el investigador.
Tanto el INE como la Secretaría de Salud tendrán que definir cuáles son las regiones de mayor vulnerabilidad ante la pandemia y establecer un mecanismo más eficiente para lograr captar mayor número de votos.
El INE deberá mantener las mismas condiciones técnicas y de imparcialidad que mostró la pasada elección y ajustarse a las medidas sanitarias para que los ciudadanos puedan emitir su voto. Mientras que el ciudadano deberá reflexionar sobre el representante a elegir y complementar su participación en el proceso electoral y así ser parte del proceso democrático del país.