Alejandro Canales, profesor investigador de la Universidad de Guadalajara reflexiona la importancia de impulsar proyectos de desarrollo social y económico en México y Centroamérica que permitan mayor arraigo a los habitantes.
A lo largo de la historia de la humanidad, la migración ha sido una expresión valiente de la determinación individual de superar la adversidad y buscar una vida mejor.
En la actualidad, una gran cantidad de personas vive en un país distinto de aquel donde nacieron, el mayor número hasta ahora. En 2019, el número de migrantes alcanzó la cifra de 272 millones, 51 millones más que en 2000. (ONU 2020)
Alejandro Canales, profesor investigador de Estudios Regionales de la Universidad de Guadalajara explica que las sociedades estamos constituidas desde la migración.
“Los migrantes no son sujetos excepcionales, la migración es un fenómeno que llegó para quedarse y es constitutivo de la sociedad contemporánea. La movilidad de los seres humanos es un tema intrínseco a la sociedad actual”.
Canales, doctor en Ciencias Sociales con especialidad en Estudios de Migración, detalla que desde nuestro país las personas migran a Estados Unidos por distintas razones, pero sus motivos principales son la vulnerabilidad social y la precariedad económica.
“Se trasladan hacia Estados Unidos buscando opciones para poder desarrollarse, aunque no necesariamente instalarse en otro país implica tener esas opciones”.
Desde los años noventa, Estados Unidos manifestó actos políticos anti inmigrantes acompañados con expresiones xenófobas-racistas en contra de determinados perfiles, especialmente con quienes viajan desde México, Centroamérica y Asia, pero no contra el migrante europeo, a quien nunca se le ha cuestionado su condición y su origen.
Después de la caída de las Torres Gemelas en el 2001, las expresiones xenófobas-racistas se acentuaron, pues el principio de la seguridad nacional operó por encima de los sociales y políticos de la migración.
“La migración en Estados Unidos se tomó como un asunto de seguridad nacional y además era el tiempo donde la ultra derecha tomaba mayor fuerza en Europa y Estados Unidos, situaciones que tuvieron como consecuencia tratar a los migrantes como sujetos sin derechos fundamentales”.
La política migratoria del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se centró en separar a los niños de sus padres y de mantener a los migrantes encerrados en jaulas, es decir, la discriminación contra el migrante como asunto de Estado.
Con Joe Biden, quien asumirá el 20 de enero de 2021 la Presidencia, la política migratoria de control no será diferente, augura el investigador.
Apostar por el desarrollo social y económico
Alejandro Canales, quien es maestro en Demografía, detalla que México ha enfrentado los problemas migratorios con políticas y recursos opuestos. En los años noventa inició con una política migratoria armada y actualmente se habla de derechos humanos. Además, por un lado, se pedían derechos para los mexicanos y por otro lado se constituían políticas anti-migratorias para los centroamericanos.
En los últimos años, especialmente bajo el mandato del ex presidente Enrique Peña Nieto se destinaron recursos a los migrantes de Estados Unidos, sin embargo, estos programas terminan siendo un fraude pues los recursos nunca llegaron.
Con el presidente Andrés Manuel López Obrador la situación está en el aire, pues en un principio su discurso se centró en los derechos humanos, pero con un gobierno como el de Trump da lo mismo cuál discurso se utilice.
“La situación es compleja, lo relevante es que la migración se enfrenta como un asunto de estado entre México y Estados Unidos, dentro de la complejidad de negociar temas como las fronteras, el petróleo, el narcotráfico, las mafias o el lavado de dinero”.
Este gobierno al menos cambió de paradigma de acuerdo a lo que se venía postulando -a finales de 2018- desde la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), con el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular donde se habló de cambiar la manera de afrontar el éxodo.
Canales dice que la actual política migratoria mexicana que habla de los derechos humanos está bien, pero no es suficiente. “Lo ideal sería entender al migrante como un sujeto de desarrollo e integrado a la región México Centroamérica, donde en la región se impulsen proyectos sociales y económicos que permitan mayor arraigo a los migrantes”.
El gran dilema, es que el Estado pueda implementar esos proyectos pues cualquier política de migración se tiene que negociar con el interés capitalista norteamericano. “A Estados Unidos le interesa que sigan entregando migrantes pues necesitan su mano de obra, requiere trabajadores que le sirvan en la limpieza, como cocineros o repartidores”.
Inhibir la migración forzosamente implica políticas de desarrollo, donde el migrante sea sujeto de derechos y tampoco Estados Unidos tiene el interés de reconocer esos derechos.
Los mexicanos deben tener la capacidad para generar iniciativas propias, como el Tren Maya, un proyecto muy cuestionado, pero que bien o mal, por primera vez busca impulsar el desarrollo en el sureste; ahora la pregunta es qué alternativas y capacidad tiene el Gobierno para lograr llevarlo a buen término, indica el investigador.
Como sociedad necesitamos exigir una política donde reconozca a los migrantes como sujetos de derecho y luchar para que las ciudades sean considerados santuarios, es decir en donde a los migrantes y cualquier individuo no les cuestione sobre su situación migratoria, si no que sean atendidos en cualquier hospital o defendidos por la policía si sufren de abusos. Es un tema relevante que se puede plantear, ¿por qué no hacerlo? Pues las sociedades contemporáneas estamos constituidas desde la migración.
Fuente ONU: https://www.un.org/es/observances/migrants-day