Este 9 de agosto se conmemora el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, dos especialistas académicos reflexionan sobre la resistencia, la autonomía y las relaciones sostenibles que han mantenido con la naturaleza estas comunidades originarias.
Los mestizos tenemos mucho que aprender de los pueblos originarios sobre la solidaridad, la autonomía, la cooperación y sobre la manera que dialogan con otras culturas, dice José Claudio Carrillo Navarro, Jefe de la Unidad de Apoyo a Comunidades Indígenas (UACI) de la Universidad de Guadalajara.
“No podemos seguir viéndolos como los menores de edad o con la postura proteccionista que se impuso en un esquema ideológico del pasado. Necesitamos un cambio radical de nuestra actitud y en la interlocución que hemos sostenido con ellos. Debemos reconocer que se han auto-constituido, se han re-configurado, que hay una generación de profesionistas, humanistas e intelectuales que forman parte de la vida pública y que trabajan por la construcción de esta nación”.
Para Efraín Jiménez Romo, quien coordina Programas de Incidencia Social y la Coordinación Indígena Intercultural del ITESO, los pueblos originarios aportan alternativas y soluciones a las problemáticas actuales que estamos viviendo.
“No debemos verlos como las víctimas de un sistema, sino a través de las soluciones que ofrecen y que no estamos reconociendo. Representan -entre otros muchos valores- el valor de la comunidad, el cuidado del medio ambiente, el cuidado entre ellos y una relación sustentable y sostenible con la tierra. Pero más allá de reconocer sus valores, es necesario reconocer que sus derechos deben ser ejercidos dentro de este sistema”.
Jiménez señala que es urgente modificar las leyes mexicanas para que se sincronicen con los derechos de los pueblos indígenas y tribales establecidos por la Organización Internacional del Trabajo. También es necesario integrar esos derechos en diferentes espacios de la vida pública, ya que no se han contemplado por la discriminación y el rezago.
“Hay mucho que rescatar de la cosmovisión de los pueblos originarios, pues son parte de la naturaleza y tienen una mirada que va más allá de un territorio y de una lógica mercantilista. Han luchado históricamente en la defensa de sus recursos naturales y lo han hecho contra grandes monstruos como son las mineras, los mega proyectos.
“Tampoco se nos debe olvidar que, aunque no habitemos esos territorios, nos conviene preservarlos y es nuestra responsabilidad velar por ellos”, dice Jiménez Romo.
Para Carrillo Navarro, cada comunidad indígena de Jalisco tiene un contexto distinto.
Al norte de Jalisco está asentado el pueblo wixárika, que no tiene una estructura homogénea, ya que, si se compara con el pueblo de Nayarit, su orden lingüístico y cultural es distinto.
“En el sur están asentados los nahuas, quienes han tenido problemas con el uso, la transmisión y la preservación de su lengua por su historia cultural y su espacio geográfico”, describe.
En la Zona Metropolitana de Guadalajara, señala, habitan por lo menos 10 culturas: los mixes, tseltales, zoques, mazahuas, tepehuanos, totonacas, nahuas y wixárikas. Esta diversidad cultural y georreferencial explica el comportamiento y afrontamiento de la crisis sanitaria que ha traído el COVID-19.
“Los wixárikas, por estar localizados en la sierra y que sólo tienen acceso a hospitales de primer contacto, han tenido una actitud de encierro y de cuidado endógeno, es decir, desde dentro de sus comunidades han tomado medidas propias de sus tradiciones. Ellos deciden quién o no ingresa a la comunidad. Miran y se protegen desde adentro. Mientras que en el caso del Sur y la ZMG, han estado más apegados a las disposiciones del Estado”, explica Carrillo Navarro.
El problema económico generado por la pandemia ha afectado a los pueblos originarios, ya que para subsistir dependen de la venta de sus productos gastronómicos y artesanales que ellos mismos elaboran.
Ante esas dificultades, crearon páginas virtuales como Artesanos Expositores Indígenas, Maxa Kwaxi, Miel Las Zorras, Color de Tierra Cuzulapa, Art Wixarika Wewiya o Comupax, para promocionar sus productos, sus vestidos y el arte que crean con la chaquira.
Jiménez Romo y Carrillo Navarro coinciden en que es necesario aprender de ellos, de su resistencia, su solidaridad y la relación sostenible con sus territorios.
Resaltan que se debe buscar una relación de respeto y armonía frente a las relaciones asimétricas y hacer que sus derechos civiles, políticos, sociales, culturales y colectivos se reconozcan en todos los ámbitos.
Algunos datos:
En 2018 había 2 millones 084 mil 374 jaliscienses que se consideraban indígenas, es decir, un 26.5% de la población total del estado. De esa cantidad, el 41.2% eran personas de 30 a 59 años y 23.4% jóvenes de 15 a 29 años.
En 2018 había en Jalisco había 36 mil 411 (0.5%) habitantes de 3 años y más hablantes de alguna lengua indígena; de ellos 19,103 eran mujeres y 17,308 hombres (ENADID).