Un 23 agosto de 1969 Arandas dejó de ser una villa para convertirse en una ciudad. Este lugar se caracteriza por su hospitalidad, su gusto por la fiesta, las cabalgatas, el tequila, y por resguardar la campana más grande de América Latina. Nuestro instituto y el cronista Guadalupe Romo Gutiérrez dan detalle de este municipio.
Hace 26 años, un 23 de agosto de 1969 se denominó “ciudad” a la villa de Arandas, en reconocimiento de la laboriosidad de sus habitantes y a su afán de superación en todos los órdenes, explica el Diagnóstico del Municipio realizado por nuestro instituto.
Esta localidad, ubicada en la Región Altos Sur de Jalisco, se caracteriza por su inmensa hospitalidad; su pasado español; su gusto por la fiesta y el buen comer; además resguarda la campana más grande de América Latina, también son famosas sus Fiestas Patrias, donde se celebra la cabalgata que llaman combate de flores.
En la época prehispánica, la región estuvo habitada por tarascos y chichimecas. Su fundación como pueblo español, fue el 12 de diciembre de 1772 en una parte de lo que fuera el feudo de la hacienda de Santa Ana Apacueco, propiedad del marqués consorte de Altamira, Don Pedro Pérez de Tagle, dándole el nombre de Santa María de los Aranda. Las familias Aranda, Camarena, Hernández Gamiño y Hernández Rull fueron sus fundadores. El 14 de noviembre de 1824, Arandas formó parte del departamento de Atotonilco, y 20 años después en 1844, se estableció el Ayuntamiento y por decreto se elevó a categoría de ciudad, en 1969.
El escritor y cronista de Arandas, José Guadalupe Romo Gutiérrez, explica que, aunque esta ciudad tiene lugares indígenas, su origen fue más español. El documento más antiguo sobre Arandas es un libro escrito en 1879 por Ramón Sánchez. Fue redactado a petición de Porfirio Díaz, quien quería celebrar los 100 años de la Independencia de México con la impresión de un libro que relatara brevemente la historia de cada pueblo.
A través del escritor Ramón Sánchez se sabe que a principios de 1770 llegó una familia de Aranda de Duero quienes construyeron un mesón para atender a los arrieros que vendían oro y plata desde Zacatecas hasta Acapulco, relata Romo Gutiérrez.
Algunos historiadores dicen que en 1760 dos familias: las Hernández Gamiño y los Orozco Camarena, querían construir una capilla en esa región para que asistiera la gente de sus ranchos. Se trasladaron a la Real Audiencia en Guadalajara, y ahí, les sugirieron construir la capilla a la mitad del camino para atender a ambas comunidades. Cuando llegaron a la mitad de la vía, encontraron el mesón de la familia de Aranda del Duero, por lo que la edificaron en ese lugar, y desde ese momento se quedó el nombre de Arandas.
El profesor Romo Gutiérrez detalla que en Arandas vivían españoles pues les rentaban la tierra a los hacendados de Santa Ana Apacueco de la Piedad, Michoacán, quienes eran propietarios de cientos dehectáreas, por ello, cuando fue la Independencia, Arandas no fue insurgente ya que la mayoría de sus habitantes apoyaban a la Corona.
Los atractivos de Arandas
“El atractivo más importante, es su gente. Es un pueblo amistoso. Que recibe a las personas con los brazos abiertos. Es una comunidad fiestera de corazón, pachanguera, que le gusta un buen trago de tequila, cantar al son del mariachi, y comer mole, birria, carnitas, y chicharrones”, explica el cronista Romo Gutiérrez, experto en lengua y literatura.
Son amantes de la birria “blandita y chapeteada” al estilo “ataúd”, es decir, la carne cocinada al carbón y las brasas se preparan dentro de una caja. Tienen también la afición por las tostadas de carne en adobo hechas en comal de barro; y por el Pollo del Pastelero que se prepara tal como si fuera carnitas.
Arandas posee una planta endémica llamada el agrillo, una fruta roja miniatura del tamaño de medio frijol, de la cual hacen aguas frescas, nieves, caramelos y hasta bebidas con tequila.
Los negocios y el desarrollo se deben a su gente emprendedora. “Hay gran cantidad de fábricas, mueblerías, tequileras, dulcerías, talabarteras y además acaba de recibir un certificado a nivel mundial del mejor mezcal”, explica el escritor Romo Gutiérrez.
De los sitios más interesantes para visitar, están: la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe que tiene un estilo barroco y decorada con hoja de oro. El Puente de Guadalupe donde la gente se reúne para disfrutar el campo; y el Templo de San José, de estilo gótico primitivo que tiene una altura de 76 metros, edificado a la manera de Nuestra Señora de París en Francia.
Uno de los atractivos más interesantes de Arandas es su campana, considerada la más grande de Latinoamérica, y la séptima más grande del mundo. La obra llamada “La reina del silencio” pesa 15 toneladas y tiene 3 metros de diámetro.
No sólo eso, las Fiestas Patrias en Arandas son inigualables, empiezan las primeras semanas de agosto con cabalgatas de aficionados que se celebran cada jueves, y junto con ellos, también desfila la cabalgata de flores. Los días de desfile, cientos de personas salen a las calles a ver a las escaramuzas, charros o jinetes solos o con su pareja. Además, hay encuentros de bandas, bailes, y conciertos en la plaza principal.
Cuando llega la tarde del día 16 de septiembre empieza el gran desfile llamado el Combate de Flores. “Esos mismos caballerangos que estaban desfilando todos los jueves se reúnen con más caballerangos de otras regiones y empiezan su recorrido por las calles. Llegan a verse hasta 4 mil caballos y cada jinete va entregando ramos de flores y confeti a las muchachas”, dice Romo Gutiérrez quien fue maestro por más de cuatro décadas.
Otro de los atractivos de esa ciudad, es el Museo de Sitio Sauz de Cajigal (MUSAC) ubicado a 12 km de la cabecera municipal rumbo al norte que reúne piezas de arqueología y etnografía. “Se hizo ahí porque fue donde se establecieron los primeros pobladores y construyeron pirámides similares a Guachimontones”.
En este municipio de clima templado habitan 84 mil personas que representan al 1 por ciento de la población total del estado.