Este 21 de junio es el Día Mundial de la Hidrografía, una ciencia fundamental para el cuidado del agua, debido a que nos ayuda a comprender y gestionar las cuencas hidrográficas. El investigador Luis Valdivia Cisneros habla sobre la importancia de esta materia.
La hidrografía es una disciplina fundamental que estudia el comportamiento del agua en el territorio; es decir, el comportamiento de los océanos, mares y ríos en el marco del ciclo del agua.
El 21 de junio se conmemora el Día Mundial de la Hidrografía, una ciencia fundamental para el cuidado del agua, debido a que nos ayuda a comprender y gestionar las cuencas hidrográficas.
Luis Valdivia Ornelas, profesor investigador del Departamento de Geografía del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara, explica que esta ciencia se ubica en el ámbito de la geografía física, ya que fue desarrollada por geógrafos y físicos en los años 30 y 40.
“En la actualidad, la hidrografía se ha vuelto prioritaria para que las comunidades se desarrollen adecuadamente, ya que esta materia ayuda a comprender y gestionar las cuencas hidrográficas”.
Dice que es una ciencia compleja porque involucra a más saberes como la geología, topografía, o geomorfología, indispensables para comprender el comportamiento del suelo, la vegetación y los escurrimientos.
“La hidrografía permite hacer una jerarquización de las superficies en donde el agua cae, es captada y conducida a un espacio final, entonces hay una estructura jerárquica y división del territorio a través de las cuencas hidrográficas”, indica Valdivia.
La jerarquización va desde grandes cuencas hidrográficas que abarcan miles de kilómetros hasta pequeñas o nano-cuencas que se extienden sólo algunas hectáreas. Esta jerarquía funciona para entender las cuencas y su comportamiento en zonas urbanas.
En Jalisco una de las cuencas principales es la Lerma-Chapala-Santiago, la cual organiza parte de los escurrimientos que se forman en la zona de los Altos, a través del Río Verde, y en la zona del Norte a través de los ríos de Bolaños y Tuxpan. “La cuenca Lerma-Chapala-Santiago atraviesa de manera diagonal a Jalisco y es de las principales cuencas que existen en México”, indica.
También, hay cuencas más pequeñas que nacen en la parte alta de la Sierra Madre Oriental y que llegan directamente al mar; es decir, es un sistema de cauces que inicia desde Puerto Vallarta hasta Colima.
Además, hay otras cerradas conocidas como endorreicas. “Estas cuencas por sus condiciones geológicas o estructurales y por su evolución, no se conectan a otra ni se comunican al mar y muchas de estas forman lagos. Por ejemplo, los de Sayula, Zacoalco, Villa Corona, Cajititlán”.
Mientras que, en las cuencas cerradas de las zonas de Ahualulco, Etzatlán o Magdalena, aunque están siendo transformadas por el hombre, algunas tienen cuerpos de agua de gran importancia, ya que a su alrededor se desarrollaron algunas culturas precolombinas.
Las cuencas son importantes porque su humedad genera microclimas que favorecen el desarrollo de la vegetación y la fauna, tal como sucede con la Cuenca de Chapala capturada parcial e hidrográficamente por el Río Lerma y por el nacimiento del Río Santiago que desemboca en Nayarit.
“La presencia de estos cuerpos de agua ayudan a la recarga y los sistemas geohidrológicos, por ello, tenemos agua en el subsuelo que permiten las actividades urbanas, agrícolas y hasta recreativas tal como sucede en Chapala, Sayula, o Villa Corona”, dice Valdivia Ornelas, especialista en Geología, Hidrografía e Hidrología.
Las cuencas son fundamentales para el medio ambiente, ya que regulan la temperatura y favorecen a la vegetación lo que significa vida y desarrollo social.
Urge la protección a los cuerpos de agua
El cambio en el suelo provocado por la urbanización y por los sistemas de producción de alimentos o productos agrícolas, ha provocado la pérdida de la cobertura vegetal. “Nos enfrentamos a problemas graves de erosión y colmatación (sedimentación) de los cuerpos de agua”, comenta Valdivia.
Es sumamente importante regular el uso del suelo para equilibrar las laderas y los cerros que rodean estos cuerpos de agua a fin de que logren captar e infiltrar el agua. En zonas que tienen presión por ser atractivos turísticos, como Chapala, es necesario regular el uso del agua y disminuir la contaminación porque la mala calidad de los recursos hídricos ha tenido como resultado la pérdida de actividades económicas importantes para los pobladores, como la pesca.
Las autoridades deben tener la capacidad de gestionar y mantener las plantas de tratamiento, así como controlar y vigilar la explotación de los acuíferos en especial a los pozos de agua sin regulación.
Por ejemplo, por la siembra de aguacate y berries en Jalisco hay una explotación totalmente anárquica del sistema de las aguas subterráneas y esto está provocando, entre otros muchos desastres naturales, el agrietamiento y el hundimiento del suelo que afectan a las viviendas. La sobreexplotación de los mantos acuíferos siempre ha existido, pero se ha acelerado en los últimos 20 años afectando principalmente a Ciudad Guzmán, Jocotepec y Sayula.
“El agua se sale de los poros de las rocas que están en la base de las lagunas, entonces el agua se pierde y empieza un hundimiento que no es homogéneo”, dice Valdivia, especialista en temas de riesgos naturales en zonas urbanas.
Además, cuando el agua se extrae a profundidades mayores, se extrae más sedimento y este al sacarlo y tirarlo al suelo, la tierra empieza a cambiar sus condiciones físicas y químicas.
Para el investigador Valdivia Ornelas se necesitan especialistas en hidrología que tomen mejores decisiones en la gestión del agua porque el cambio uso del suelo, la impermeabilización, el entubamiento de los cauces de los ríos y el azolve de los arroyos ha detenido la infiltración. Mientras que las fugas en los sistemas de drenaje generan contaminación en los acuíferos, y la actividad agrícola sobrepasa la capacidad de carga de los sistemas acuíferos.
De continuar así, el agua que se extraiga de las profundidades no tendrá la calidad para utilizarse y los desniveles por hundimientos en las ciudades podrían llegar hasta los 3 o 4 metros hasta la pérdida completa del suelo en las laderas montañosas donde va a ser muy difícil su recuperación, y todo ello impacta en la biodiversidad.
Recomienda a las familias racionalizar el agua: no lavar los autos con manguera, tapar las fugas de agua, limpiar aljibes y tinacos; y aprovechar el agua de lluvia.