Un diagnóstico oportuno podrá resolver, compensar o solventar las complicaciones de la lesión porque generalmente las personas buscan la atención médica cuando el problema ya está muy avanzado, explica Rodrigo Ramos Zúñiga, Premio Jalisco en Ciencias 2014.
El 8 de junio se proclamó el Día Internacional de los Tumores Cerebrales para sensibilizar acerca de las causas, riesgos y tratamiento de estas lesiones, así como para brindar solidaridad a pacientes y familiares.
En Jalisco, se registraron 175 defunciones por tumores malignos de ojo, encéfalo y de las otras partes del sistema central. De estos, 99 de los fallecimientos correspondieron al sexo masculino y 75 al femenino, de acuerdo con datos de nuestro Instituto.
Rodrigo Ramos Zúñiga, investigador del Departamento de Neurociencias del Centro Universitario de Ciencias de la Salud de la Universidad de Guadalajara, explica que los tumores cerebrales crecen de lo que está constituido el cerebro o de los tejidos vecinos a la estructura cerebral. Afectan al sistema nervioso central e involucran no solamente al cerebro, incluso a la médula espinal.
“La presencia de un tumor puede variar de acuerdo con la edad, las condiciones particulares del paciente y la gravedad o mortalidad del tumor”, dice el científico, quien es miembro emérito del Consejo Mexicano de Cirugía Neurológica y miembro de la Academia Nacional de Medicina.
Ramos Zúñiga, quien también es Premio Jalisco en Ciencias 2014, indica que los tumores cerebrales tienen una conexión con el tejido primario del cual nacen, por ejemplo, uno de los tumores más frecuentes es el que surge de las meninges, por ello se le denomina Meningioma.
“Curiosamente la mayor parte de estos meningiomas son benignos, pero pueden tener un comportamiento expansivo y comprimir secundariamente al cerebro”.
Otro ejemplo, son los tumores astrocitomas que nacen del tejido cerebral pues derivan del tejido astrocito o una de las células del cerebro. Generalmente se presentan en adultos de más de 60 años.
De esta manera, los tumores se producen según el tipo de célula primaria que está registrándose en el cerebro y su origen es multifactorial: genes, medio ambiente, toxicidad, aspectos moleculares, de tipo viral e incluso aspectos embrionarios.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la clasificación de los tumores es cada vez es más amplia y habla de más de 20 variedades de distintas, dice el experto. “La clasificación de los tumores se define no sólo con el apellido básico de la tumoración, hoy existen otro tipo de métodos que permiten caracterizar el origen de los genes involucrados, por eso se habla de que hay una influencia poligénica (muchos genes involucrados)”.
Un ejemplo, es el tumor adenoma hipofisario que no es propiamente de origen cerebral, pero está ubicado en la glándula de la hipófisis en la parte central del cerebro y reclasificado por la OMS, resulta que es el poligénico porque puede tener hasta 10 de líneas celulares diferentes.
Diagnóstico oportuno
Dependiendo de la ubicación del tumor es la sintomatología clínica, dice Ramos Zúñiga. “Lo más común es dolor de cabeza y las crisis convulsivas, y de ahí pueden aparecer otros síntomas vinculados a la localización de la lesión, desde la acumulación de líquido, alteraciones a la memoria, variaciones en la función cognitiva, cambios sensoriales o motrices, y afectaciones en la audición”.
Es muy importante un diagnóstico oportuno para resolver, compensar o solventar las complicaciones de la lesión porque generalmente las personas buscan la atención médica cuando el problema ya está muy avanzado, dice el investigador.
“Por eso, ante un dolor de cabeza persistente, una crisis convulsiva, cambios en la conducta o algún síntoma neurológico requiere la revisión profesional y un análisis a partir de estudios específicos que permitan descartar una condición de esta naturaleza”.
Ramos Zúñiga detalla que los protocolos médicos implican la valoración clínica de la persona y estudios de neuroimagen: tomografías o resonancias magnéticas para identificar si existe una alteración estructural. “El historial dentro de la evaluación clínica es muy importante para reconocer si existieron tumores en la familia o si hay antecedentes particulares sobre determinados tipos de cánceres”.
El científico indica que también existe la posibilidad de encontrar metástasis, es decir, lesiones que no nacieron en el cerebro, sino que llegaron de otro sitio. “Los tipos de tumores que comúnmente pueden diseminarse hacia el cerebro son los tumores de la piel, del pulmón y de mama”.
También es importante analizar si hay un tumor activo vigente en alguna parte del cuerpo. Con los estudios médicos se obtiene la ubicación y el tamaño, con esto será posible hacer predicciones y cálculos para la estrategia quirúrgica.
Además, se hace la evaluación histopatológica en donde el patólogo determina el nombre de la tumoración y si es maligno o no, para establecer el tratamiento complementario, ya sea quimioterapia o radioterapia. Después, se da seguimiento al comportamiento volumétrico de la tumoración que haya quedado en el paciente.
“La intervención médica busca como prioridad preservar la calidad funcional y la calidad de vida de la persona para que regrese a su vida normal”, dice Ramos Zúñiga.
Explica que los procedimientos tecnológicos y las intervenciones se han perfeccionado al paso de los años, el reto para el personal de salud son los pacientes que tienen factores de riesgo adicionales o cuando la tumoración es maligna. “La evolución del paciente depende mucho del comportamiento biológico del tumor.
“Para prevenir los tumores cerebrales es necesario evitar o no exponerse de manera frecuente a la radiación ionizante como son los rayos X, las radiografías o las tomografías; así como a la radiación atómica, donde hay cobalto o a la radiofrecuencia las que tienen los dispositivos móviles. Además, que ni el paciente, ni el personal sanitario subestime los síntomas neurológicos para detectar de manera oportuna la lesión”.