Cambiar nuestros hábitos alimenticios y estilos de vida es fundamental para sobrellevar enfermedades y sobreponernos a los padecimientos, explica la doctora Lizbeth Fabiola Morelos Leal, a propósito del Día Mundial de la Salud celebrado este 7 de abril.
El 7 de abril se celebró el Día Mundial de la Salud con el tema Nuestro planeta, nuestra salud; con el que se quiere dar mayor atención a la interconexión entre el planeta y nuestra salud.
En el marco de esta fecha, elaboramos el análisis Enfermedades de la población de Jalisco en 2020 en el que presentamos un panorama general sobre las veinte principales enfermedades de la población de Jalisco.
Durante el 2020, el virus COVID-19 fue el cuarto padecimiento entre la población del estado con 56 mil 691 registros, afectando en mayor proporción a los hombres que a las mujeres, de acuerdo con el análisis.
El grupo más perjudicado por esta enfermedad fue el de personas de 25 a 49 años, con el 51.9% de los casos, es decir, un monto de 29 mil 396; le siguieron las personas adultas mayores de 60 años y más con un 23.7% (13 mil 451); y las personas adultas de 50 a 59 años con el 16.4% (nueve mil 274). Por su parte, el 7% (tres mil 987) fueron jóvenes de 15 a 24 años; el 0.1% (65) niñas y niños menores de un año y el 0.9% (518) de entre 1 y 14 años
Las enfermedades respiratorias agudas representaron los principales padecimientos en Jalisco, con 702 mil 964 casos; seguido de las infecciones de vías urinarias con 144 mil 550, e infecciones intestinales con 131 mil 957. Contrario al COVID-19, estos tres tipos de enfermedades afectaron en mayor proporción a las mujeres.
Lizbeth Fabiola Morelos Leal, experta en Nutrición y Salud Pública, explica que la manera en cómo afrontamos y controlamos las enfermedades depende principalmente de nuestros hábitos alimenticios y estilos de vida.
La académica de la Universidad de Guadalajara y el ITESO señala que nuestros comportamientos culturales en términos de alimentación cambiaron radicalmente por la globalización y el modelo económico neoliberal. “Si analizamos la alimentación y estilos de vida que teníamos en Jalisco hace 100 años, veremos que eran muy diferentes a los actuales, pues no consumimos alimentos industrializados”.
Influye, además, que Jalisco sea potencia económica y política porque se convierte en referente industrial y el resultado de la industrialización es la polarización epidemiológica. “Esto quiere decir que en nuestra entidad federativa se han visto todavía más presentes las enfermedades no transmisibles y crónico degenerativas que tienen como principal factor de riesgo la alimentación y los estilos de vida”, detalla la doctora en educación.
La inactividad física es otro factor de riesgo para la población del estado. “La inseguridad pública ha condicionado al sedentarismo, como padres de familia o tutores nos resulta difícil dejar a nuestros hijos jugar en la calle para que hagan actividad física, cuando hace algunos años esta situación no se daba”.
Educación alimentaria desde la niñez
Los pilares fundamentales para prevenir y promocionar la salud pública son la nutrición y la actividad física, explica. Además, para diseñar políticas públicas es importante tomar en cuenta las problemáticas que genera el sobrepeso y la obesidad, pero también la inseguridad alimentaria, donde la escasez de alimentos genera malnutrición en todas sus dimensiones.
De acuerdo al análisis Enfermedades de la población de Jalisco en 2020, la obesidad fue la octava causa de enfermedades ese año, con 27 mil 498 casos. Detalla que, en 2018 en Jalisco, la población con carencia por acceso a la alimentación fue de un millón 242 mil personas.
Leal Morelos indica que Jalisco ha tenido buenos aciertos, ya que es pionero en generar una cultura de vida saludable, sin embargo, es necesario que estas iniciativas se extiendan a todas las regiones del estado y a cada una de las escuelas de educación preescolar, primaria y secundaria; donde expertos en nutrición, cultura física y deportes enseñan cómo llevar estilos de vida adecuados, sostenibles y saludables.
“Es importante además que la educación no sólo sea verbalista, sino que englobe prácticas donde los niños y las familias logren un aprendizaje significativo que mueve emociones a fin de que tomen mejores decisiones sobre el tipo de alimentos que consumen”.
Una buena alternativa sería retomar técnicas culinarias de origen prehispánico como La Dieta de la Milpa, la cual podría abatir los índices de inseguridad alimentaria a partir de la cosecha de alimentos no industrializados que se pueden sembrar en entornos inmediatos.
“No es difícil producir alimentos. Es una estrategia muy accesible donde se utilizan espacios de la vivienda o del barrio para sembrar huertos o camas de cultivo, empleando materiales reciclados y siendo muy respetuosos con el medio ambiente”.
La idea sería que en Jalisco se logre la autosuficiencia alimentaria sustentable y sostenible empleando elementos de la cocina ancestral como el frijol, semillas, calabazas o amaranto. Que se formen redes comunitarias donde todos colaboren en los cuidados de los huertos urbanos. Que las personas se activen físicamente con la recuperación de los juegos tradicionales. Que se produzcan alimentos en entornos escolares y con técnicas ecológicas para promover el cuidado del medio ambiente.
Prevención de enfermedades cambios saludables
La contingencia que generó la pandemia por COVID-19 se vio reflejada en mayor morbilidad y mortalidad en personas que padecen enfermedades crónico-degenerativas o que tienen un diagnóstico de sobrepeso u obesidad, aunado al sedentarismo.
“Si la población persiste y no hace cambios de vida y alimentos, las causas de morbilidad y mortalidad seguirán altas, ya que los servicios de salud no cuentan con tal cantidad de recursos para brindar calidad en la atención terapéutica y de rehabilitación”.
Leal Morelos recalca que la sobreexplotación de los recursos naturales está acabando con la tierra, provocando mayor cantidad de alimentos genéticamente modificados que, de cierta manera, inciden en el aumento de cánceres o de enfermedades crónico-degenerativas.
“Al perder nuestros entornos naturales difícilmente podremos garantizar una producción de alimentos orgánicos y esta pérdida de espacio a la vez provoca pérdida de empleo para pequeños productores, y de la cultura alimentaria regional”, indica la maestra en Ciencias de la Educación.
No debemos esperar que la enfermedad se haga presente, ya que implica además una merma económica para los familiares y para la entidad federativa. La respuesta es la prevención de enfermedades por medio de un estilo de vida saludable y respetando al medio ambiente.