Un 10 de octubre de 1820, Acatic se erigió como municipio. La cronista Ana Rosa González detalla las tradiciones y leyendas de este lugar, que entre las más intrigantes está la de José Sebastián, un mulato, acusado de brujería por la Santa Inquisición por dominar un toro.
Acatic se ubica en la región de los Altos de Jalisco. Hace 204 años se erigió como municipio. De sus primeros pobladores se sabe que fueron de la tribu tecuexe, una de las de mayor antigüedad y cuya historia es poco conocida.
De acuerdo con Acatic, Diagnóstico del municipio, que elaboró nuestro Instituto, ahora se conoce que, además de expertos guerreros eran magníficos agricultores y profundamente religiosos.
El origen de su nombre proviene del náhuatl que significa «Lugar entre cañas”, aunque en la actualidad no se cultivan cañas, explica Ana Rosa González Pérez, cronista de la localidad. “Hace unos 50 años cerca del río aún se sembraba caña, aunque cree que la referencia original de la toponimia probablemente se refiere a la caña de elote”.
A lo largo del tiempo, el municipio ha sido mayormente agrícola, con una notable vocación ganadera, manteniendo sus tradiciones a lo largo de los años, dice González Pérez, quien además fue maestra en secundaria y en preparatoria por más de 30 años.
Otra festividad destacada es la de San Juan Bautista, el 24 de junio, también marcada por un novenario. En tiempos antiguos, durante la celebración de San Juan Bautista, se decía que, los habitantes «bañaban» al santo con agua de lluvia y si no llovía, lo hacían con tierra.
Explica que la festividad más importante en Acatic es la dedicada a la Virgen de la Candelaria, celebrada cada 2 de febrero desde 1759. Este evento, que se extiende desde el 24 de enero hasta el 11 de febrero, incluye novenarios, rosarios, mañanitas, música y la participación de todo el pueblo. «El 2 de febrero es cuando vienen muchos de los hijos ausentes», señala la cronista, refiriéndose a aquellos que emigraron, pero regresan para las celebraciones.
Ana Rosa González, quien también ha publicado decenas de libros, explica que hay otras muchas fiestas celebradas en los barrios y ranchos, como son las conmemoradas a San Juan Pablo II, a la Madre Teresa de Calcuta, a San José Sánchez del Río al Sagrado Corazón, y a la Virgen del Rosario.
Monumentos y Arquitectura
Acatic cuenta con varios templos históricos, entre ellos el de la Virgen de la Candelaria, cuyo techo original data de 1759 y fue renovado en 1900 tras un incendio. Otro de los templos importantes es el de San Juan Bautista, cuya construcción comenzó en 1977. Además, el municipio tiene un Cristo Rey, erigido en 1914, que además de su carácter religioso, servía como una fuente de agua para la población.
Uno de los productos más representativos de Acatic es el ladrillo y las tejas de excelente calidad, exportadas incluso hasta España. Además, la localidad cuenta con una planta lechera, que produce leche, yogur y quesos, una muestra del desarrollo industrial del municipio. En cuanto a la gastronomía, el platillo típico es la birria, preparada tradicionalmente en bodas y celebraciones. No obstante, un manjar exclusivo de Acatic es el «pan de agua», una variedad de pan con más de 100 años de tradición que, aunque similar en su masa al bolillo y la telera, presenta un sabor y textura únicos.
Entre los personajes más destacados de Acatic figura Miguel Gómez Loza, gobernador cristero originario del municipio. También está el cura Miguel Ramos Domínguez, quien revolucionó la infraestructura de Acatic al introducir la electricidad, el agua entubada y fundar la primera escuela mixta. Rubén González Sánchez, benefactor y dueño de la lechera Sello Rojo, también es recordado por su contribución al bienestar de la comunidad.
La cronista con más de tres décadas de experiencia cuenta que para quienes buscan disfrutar de la naturaleza, Acatic ofrece el parque ecológico, un espacio centenario donado por Rubén González Sánchez, donde los visitantes pueden hacer parrilladas, caminar o simplemente disfrutar del ambiente. Otro lugar de interés es la Barranca del Río Verde, con sus aguas termales y áreas de pesca, una opción ideal para acampar o contratar una cabaña.
Ana Rosa González indica que los habitantes de Acatic se caracterizan por ser solidarios en momentos de desastres, la mayoría se conocen, se saludan y se ayudan. “Las mujeres de Acatic se distinguen porque son muy laboriosas. Así como en todos los pueblos de Los Altos, muchos de los hombres se van a Estados Unidos, entonces más del 75% de quienes trabajan en el campo, en las granjas de Acatic son mujeres”.
Los Brujos de Acatic
Ana Rosa González, cronista de la localidad, explica que una de las historias más sobresalientes de la región proviene del documento elaborado por la Santa Inquisición y fechado en 1774. Trata de que el día de Santo Santiago, un español al tratar de jinetear un toro cayó al suelo, provocando burlas entre los presentes. En respuesta, el español retó a José Sebastián, un hombre negro, a montar el animal, sabiendo que las leyes coloniales prohibían a los indígenas o no españoles montar a caballo. Desafiando esa regla, el mulato José Sebastián se quitó una cruz que colgaba de su cuello y se subió al toro. Para sorpresa de todos, el toro no logró derribarlo, lo que desató la furia del español.
En un acto de venganza, el español llevó el caso a la Santa Inquisición, acusándolo de haber hecho un pacto con el diablo, basando su acusación en el hecho de que al quitarse la cruz pudo montar el toro sin ser derribado.
En su declaración, el mulato también involucró a tres habitantes de Acatic: Juan de Lara, Pedro de Lara y Pedro Tiburcio, a quienes señaló como participantes en los mismos ritos. Estos hombres fueron conocidos como «Los Brujos de Acatic».
Aunque estos eventos sucedieron hace más de dos siglos, la historia de Los Brujos de Acatic ha persistido en la región, nutriendo la leyenda de que el lugar es cuna de hechiceros, aunque en realidad significa que es tierra de buenos jinetes.
Bajo tortura, José Sebastián confesó que un hombre llamado Fernando Montero lo había llevado a una cueva cerca de Tepatitlán. En esa cueva, según relató, encontró la piel de un animal de donde emerge una serpiente, y que ésta le sacó sangre de un brazo, y escribió en un pergamino que a partir de ese día sería su discípulo. También lo obligó a comer carne en días prohibidos, y encender una vela al revés. No sólo eso, en la cueva también apareció un perro negro, un toro negro, un chivo negro, y un caballo negro, es decir, animales de color negro que se relacionaban con del diablo. Por ello, se acusó a José Sebastián de dominar animales gracias a ese pacto.